miércoles, 31 de octubre de 2007

Observaciones del amor de transferencia

Freud plantea la dificultad del analista en el manejo de la transferencia y de las situaciones que ella produce. En este articulo habla del caso de que un paciente se enamora de su medico, para esta circunstancia hay varios desenlaces posibles: la unión legitima y permanente entre ambos, que el medico y paciente se separen, en este caso la cura es resignada, pero el estado del paciente hace que vuelva a necesitar otro medico, del cual nuevamente se enamora. Este hecho, dice Freud, constituye una de las bases de la terapia psicoanalítica, admite dos valoraciones: una para el medico que analiza, otra para el enfermo que necesita análisis.

Para el medico significa un esclarecimiento valioso y una buena prevención de una contratransferencia acaso aprontada en él, que tiene que discernir que el enamoramiento del paciente le ha sido impuesto por la situación analítica y no se puede atribuir a las excelencias de su persona.

El paciente ha perdido de pronto toda inteligencia del tratamiento y todo interés por él, no quiere hablar ni oír mas que de su amor, demanda que le sea correspondido, ha resignado sus síntomas o los desprecia y hasta se declara sano.

El medico ha de darse cuenta de esta situación: se ha instalado una resistencia ante la cura: la resistencia empieza a servirse del enamoramiento reforzándolo para inhibir la prosecución de la cura. Apartando del trabajo todo interés y sumir al medico en un penoso desconcierto.
El medico plantea Freud, no tiene derecho a aceptar la ternura que se le ofrece ni a responder a ella. Para no fracasar en esta situación se deberá conseguir que el paciente abandone su apetencia, hay una necesidad de renuncia para que prosiga el trabajo analítico.

La técnica analítica impone al medico un mandamiento de denegar al paciente la satisfacción apetecida: la cura tiene que ser realizada en abstinencia. Postula aquí un principio: hay que dejar subsistir en el enfermo necesidades y añoranzas como unas fuerzas pulsionales del trabajo y la alteración y guardarse de apaciguarlas mediante subrogados.

Si el medico obrara de otro modo el paciente alcanzaría su meta, pero el medico nunca la suya: si el cortejo del paciente es correspondido seria un gran triunfo para el paciente pero un fracaso para la cura ya que implicaría actuar, repetir en vida algo que solo deben recordar, reproducir como material psíquico y conservar en un ámbito psíquico.

El camino del analista es diverso, no debe desviar esta transferencia amorosa, sino retenerla, tratarla como algo no real, sino como una situación que se atraviesa en la cura que debe ser reorientada hacia sus orígenes inconscientes y ayudara a llevar a la conciencia lo mas escondido de la vida amorosa del enfermo, para así gobernarlo.

El enamoramiento planteado en ese caso se singulariza por algunos rasgos:
1. Es provocada por la situación analítica
2. Es empujado hacia arriba por la resistencia que gobierna esta situación
3. Carece en alto grado del miramiento por la realidad objetiva.
Motivos éticos se suman a los técnicos para que el medico se abstenga de conseguir el amor de un paciente, debe tener en vista su meta: Este paciente, estorbado en su capacidad de amar por unas fijaciones infantiles, alcance la libre disposición sobre esa función pero que no la dilapide en la cura, sino que la tenga aprontada para la vida real.

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